17 ene 2011

ESCRIBE EN LA ARENA


Cuando estaba de novia con mi esposo, no veía la hora de casarnos.
Soñaba con cómo sería nuestra vida, pero en esos sueños nunca encajaron los momentos de desacuerdo en donde uno decía cosas que no debía y lastimaba al otro.
En el momento de rabia, las palabras vuelan como dardos ardiendo, queriendo alcanzar y lastimar. En esos momentos el diablo se hace una fiesta, pues la persona no está vigilando y comienza a hablar todo lo que el diablo sugiere…
Sabes cuando piensas contigo misma “¿por qué dije eso? ¡No es cierto! ¡Estaba enojada y terminé diciendo tonterías!”.
En este momento el diablo se deleita, y allí planta, en muchos corazones, la semilla del rencor.
La Palabra de Dios nos enseña que somos uno solo con nuestros esposos, entonces, guardarles rencor a ellos es como tener rencor con nosotras mismas.
En el matrimonio no faltan ocasiones para que esto suceda, pues lidiamos el uno con el otro todos los días.
Un día, él llegó a casa, no lo habías visto en todo el día, lo extrañaste y estás llena de expectativas, pero lo primero que él hace es pelear contigo, pues no escuchaste el teléfono cuando él llamó.
Eso dolió mucho. Intentaste conversar, pero parecía que todo iba a ser peor, cuanto más intentabas, más te despreciaba.
Otro día, él fue grosero contigo delante de otros, te sentiste humillada.
Amigas, los ejemplos son muchos y variados, pero recuerden que seguramente, también tuvieron días en que actuaron y dijeron cosas que no debían.
No le demos el gusto al diablo!
No les voy a pedir que escriban estas cosas en un papel, sino en la arena, porque así, pronto, ya no estarán allí…
Hoy decidirás borrar y perdonar todo resentimiento que tengas contra tu esposo. Sabes que guardar rencor y malos recuerdos de cosas que pasaron y palabras que fueron dichas te hacen mal y, consecuentemente, le hacen mal a tu matrimonio. Esto es una decisión que tienes que tomar.

Nanda Bezerra

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