Las cualidades morales implantadas por el Espíritu Santo en cada
seguidor del Señor Jesucristo son nueve partes integrantes de un único
desarrollo espiritual, “para que seas lleno de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3:19).
Hoy hablaremos sobre la cuarta cualidad del Espíritu Santo en el verdadero cristiano
La Longanimidad
Esta palabra proviene del latín longanimitas (“paciencia”), “capacidad de sufrimiento”. De longus, “largo”, animus, “alma” e -itas, “-idad”
Longanimidad significa firmeza de ánimo; una tolerancia paciente y generosa mientras se espera que sucedan las cosas.
Por ejemplo, la longanimidad, cuando es atribuida a Dios, significa
que Él tolera pacientemente cualquier iniquidad, no dejándose arrastrar
por explosiones de ira y furor, lo que solamente podría significar la
destrucción del hombre.
En eso se manifiesta el amor, pues los hombres están caracterizados
por faltas y pecados constantes y aún así, Dios se mantiene longánimo,
dada Su gran misericordia. Cuando manifestamos este fruto, soportamos
las provocaciones ajenas, porque sabemos que también el Señor Jesús
soporta nuestros pecados, debido a Su gran longanimidad.
Texto extraído del Libro Obras de la carne y frutos del Espíritu del Obispo Macedo
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