“Deléitate asimismo en el Señor, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmo 37:4)
¿Cómo agradar a Dios de otra manera que no sea con la fe?… Claro que
no hablamos de la fe emotiva que lleva a una persona a actuar o a
reaccionar de acuerdo con las circunstancias, sino a una fe consiente
que busca apoyar o pautar sus acciones y reacciones en lo que Dios
orienta, siguiendo Su dirección y sometiéndose a Su voluntad, pues solo
así la Fe hará que suceda la realización amorosa.
“Después
de convertirme tuve un único novio, y hoy es mi esposo”, cuenta
Patricia Medina, y recuerda: “luego de haber aceptado al Señor Jesús,
empezaron a aparecer muchos chicos no cristianos que querían ponerse de
novio conmigo, pero los rechacé, porque Dios había puesto en mí el
deseo de servirlo junto a un pastor en el altar”. El sacrificio en la
Campaña de Israel hizo que ella se acercara cada vez más a su sueño:
“Vendí mucha ropa que me gustaba mucho en una feria cercana a la casa
en la que vivía; fue algo muy vergonzoso porque venían mis conocidos a
comprarme, pero no me importó, seguí adelante, sacrificando por mi
sueño”.
“Cuando empecé a participar de la Terapia del Amor me indigné.
Aproveché cada minuto de la reunión para aprender y usar mi fe y a su
vez ayudaba a las personas”, afirma. Al tiempo, Dios respondió: “Conocí
a Diego y estuvimos cuatro años de novios. Fue muy duro porque él
estaba en el interior del país y yo en Capital. Hubo un año en que nos
vimos sólo una vez”. Dios recompensó todo ese sacrificio y hoy están
juntos, felices, ganando almas en la provincia de Mendoza.
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