Verdadero Llamado
“¿Cómo
saber si eso es lo que quiero?, porque es una decisión muy seria, a
veces siento un gran deseo de servir a Dios, pero otras no estoy muy
segura.”
Si estos han sido tus pensamientos, tienes que comprobar cuáles son tus verdaderos deseos, lo que te hace sentir feliz y plena.
Si
eres una persona que tiene planes personales para el futuro, quieres
tener tu profesión, crecer económicamente, viajar, poseer bienes
materiales, entonces el altar no es tu objetivo.
Si
extrañas la vida que tenías antes de estar en la iglesia, o sea,
sientes falta del mundo, esta es otra señal de que no estás preparada.
Mi
familia siempre iba de vacaciones y salían los domingos, así crecí,
pero cuando fui levantada a obrera, mi placer era estar en la iglesia,
hacer las cosas de Dios, los paseos ya no me importaban, ir de
vacaciones a lugares bonitos ya no me traía la más mínima emoción, no
podía permanecer lejos de la iglesia, ni siquiera podía pensar en
faltar un domingo.
El llamado de Dios es así, no tienes ningún placer en nada más allá afuera, tu único deseo es servirle.
Tengo
un total de diecisiete años sirviendo a Dios, dos años en el atrio como
obrera y quince en el altar, y no recuerdo un solo día en que haya
echado de menos la vida que tenía antes de servir a Dios. Ahora no
tengo vacaciones ni vida propia pero, ¿qué importa todo eso si tengo el
privilegio de servir?
Una
cosa es cierta, si la persona no tiene un llamado al altar, ella puede
hasta querer entrar en la obra de Dios, pero no dará frutos
espirituales y va a generar hijos de la carne. Por el contrario, los
que Dios llama pero se resisten a su llamado pueden tratar de ser
felices haciendo otras cosas, pero nada va a funcionar, pues ¿quien
podrá huir de Dios?
Quién es llamado para el altar, no se imagina haciendo otra cosa más que servir a Dios.
Mira bien si el altar es el mayor deseo de tu vida o si el mundo aún te atrae y seduce.
“Si
alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi
servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” Juan 12:26
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