1. Llevar Jesús a los niños.
Si
la tía no está en el espíritu como podrá pasar a los a niños. La tía no
gana el niño para ella y si para Jesús. Por eso, ella reprende y elogia
en el momento adecuado. No adelanta inventar miles de juegos y no
llevarlas al camino, de la verdad y vida.
“Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe…” (Lucas 9.48).
2. No tratar la EBI como “deposito de niños”.
Muchas
tías piensan, “Los niños están aquí sólo para no molestar la reunión
del pastor”. Entonces se sienta y deja los niños “a gusto a solas para
hacer lo que quiera”, sin darse cuenta del error que está cometiendo.
El estudio es la dirección de Dios para su clase.
“… mas el muchacho consentido avergonzará a su madre…” (Proverbios 29.15).
3. Ser dedicada.
Llegar
tarde, no leer ni meditar en el estudio, no preparar el material de la
clase, etc. Son ejemplos de tías que no se dedica en hacer lo mejor
para Dios y para los niños.
“Maldito el que hiciere indolentemente la obra del Señor…” (Jeremías 48.10).
4. Dejar sus problemas afuera de la EBI.
Todas
tenemos nuestras luchas y batallas, más llevarla para la EBI hace con
que la tía quede nerviosa y tensa y no ayuda a los niños en nada.
Siempre ore a solas antes de recoger a los niños y deje sus problemas
en las manos de Dios.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11.28).
5. Enseñar a los niños ser fieles a Dios.
“Ellos
son demasiado pequeños para aprender acerca de los diezmos y ofrendas.”
Este es un pensamiento erróneo que hace a muchos niños desviarse de la
fe a medida que crecen.
“Instruye al niño en el camino que debe seguir, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22.6).
6. Ser limpia y ordenada.
No
deje los niños rayar, ensuciar las paredes o mesitas y sillas. Cuando
acabe la clase, es responsabilidad de la tía limpiar y organizar la
salita para la siguiente clase. El material de la EBI es de Jesús, sea
cuidadosa.
“Porque me consumió el celo de tu casa” (Salmo 69.9).
7. Clamar por estos pequeñines.
Los
niños pasan una gran cantidad de problemas y sufrimientos, y la
oración, el clamor y el ayuno de la tía hacen una gran diferencia en la
vida de ellas.
“Levántate, da voces en la noche, al comenzar las
vigilias, derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor,
alza tus manos a Él implorando la vida de tus pequeñitos, que
desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles”
(Lamentaciones 2.19).
Nota: Estos mandamientos no son reglas da IURD, pero mandamientos del Espíritu Santo para sus siervas fieles.
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